lunes, 9 de noviembre de 2015

En las fronteras de Galicia


             Ni Badajoz, ni Extremadura, fueron los únicos escenarios con protagonismo durante la Guerra de Restauración de Portugal (1640-1668)

            Toda la línea fronteriza estuvo sujeta a los vaivenes del conflicto armado secesionista lusitano, si bien la demarcación extremeña, y en especial el distrito pacense, coparon el grueso de los acontecimientos.

            En este sentido, a través de los siguientes párrafos, se rescatan para la memoria algunos aspectos relacionados con uno de aquellos frentes de guerra secundarios: el situado en tierras de Galicia, y más en concreto la provincia de Orense.

            A don Fernando Antonio de Ayala y Ulloa, I marqués de Tarazona, (título nobiliario obtenido merced a su matrimonio con Isabel de Zúñiga y Clärhout), se le encargo la defensa de semejante banda fronteriza.

            Desde su toma de posesión, a comienzos del año 1641, estableció cuartel general en la villa de Monterrei, teniendo a su opósito la ciudad de Chaves, como plaza principal del ejército enemigo portugués.

            Poco tiempo estuvo al mando de aquel distrito pues, mediado el año citado, con el objetivo de economizar y rentabilizar esfuerzos, se reagruparon las diferentes secciones fronterizas creadas al inicio de la contienda : unas fueron agregadas a otras, obligando a que los jefes de las eliminadas abandonaran sus respectivos puestos de mando, caso de  don Fernando Antonio, cuyo territorio se anexiono al denominado Ejército de Galicia, que quedo como único garante de la defensa de aquella banda fronteriza.

            Sin embargo, el corto espacio de tiempo en que le cupieron responsabilidades militares, el marqués de Tarazona lo aprovecho eficazmente para organizar el aparato defensivo de las villas y pueblos que formaban parte de su jurisdicción; e, incluso, hubo oportunidad para medirse en armas, varias veces, con los lusitanos del otro lado de la raya.

            No fue sencilla la tarea pues, desde un principio, contó con escasos medios, tanto de hombres como de pertrechos y otras necesidades. Todo llegaba a cuentagotas, de mala calidad y, normalmente, demasiado tarde.

 
Relación de las armas y municiones, artillería y lo demas que se ha de proveer para que el marqués de Tarazona pueda hacer entrada en Portugal por el estado de Monterrei, a dónde se halla. Que ha de ser con 6.000 hombres, que podrá levantar en los partidos de su distrito, y 200 caballos que en ellos podrá juntar, gastadores y oficiales de este trozo de ejército.

 
            Así reza un extenso documento, que refleja los ímprobos esfuerzos del marqués en llevar a buen puerto la misión encomendada. Por más que rogó, sus peticiones, enviadas al Consejo de Guerra, nunca fueron lo suficientemente escuchadas. Lo cierto es que había muchas cosas que atender y, como decíamos al comienzo de este artículo, la frontera de Monterrei no paso de ser un secundario de lujo. La atención mayoritaria estaba puesta sobre el frente extremeño.

            Pero, dejando a un lado estos detalles organizativos, la guerra en tierras gallegas tronó con la misma intensidad. Lugares comarcanos: Oimbra y Medeiros, Verin, Pazos, Castromil, Hermisende, Las Hedradas, Vilavella, A Mezquita, Esculqueira, Tameiron..., un largo etcétera de nombres, cuyas vecindades sufrieron los rigores de la violencia militar.

            Tiempo habrá para dedicarse, con mayor minuciosidad, a la narración de estos sucesos que ocurrieron bajo mandato del marqués de Tarazona.
 
            Quedémonos, ahora, con los breves apuntes arriba referidos, en recuerdo de una frontera a la que la memoria histórica no ha reservado el lugar que, por derecho, le pertenece.

EN LA IMAGEN: castillo de la fortificada villa de Monterrei; documentos militares relativos a la defensa del distrito comandado por el marqués de Tarazona.