domingo, 2 de agosto de 2015

Jinetes de leyenda

Eran temerarios. Pocas cosas había que les hicieran desistir.
La Guerra de Portugal, esa que ha pasado a la historia con el nombre de la Restauraçao, fue la causa de sus vidas, la misma que les encumbro a un merecido lugar entre la leyenda y la realidad. Un mito ya para sus contemporáneos, y un recuerdo inolvidable para las generaciones futuras.
Grupos de caballistas populares, formados en su totalidad por voluntarios
Antes, hombres dedicados a las tareas rutinarias del campo, y después, con la irrupción de la guerra, obligados a cambiar la hoz y el arado, por el mosquete y la espada.
<< Compañía de Montados de La Zarza >> se titularon, y unas veces de motu propio, y otras obedeciendo órdenes de los jefes del Real Ejército de Extremadura, cabalgaron la frontera para hacer rapiña, destruir sembrados, robar ganados, incendiar aldeas... Enfin, la violencia de cualquier guerra.
Nacieron en 1644, cuando, tras un ataque de los enemigos portugueses a la villa de Zarza, para vengar la afrenta

<<...empeçaron a compra cauallos, y á armarse con tal ardor, q al ppo del año de 45, ya fe hallavan con 110 cauallos efcogidos...>>

Las fértiles campiñas de Castelo Branco y Penamacor, fueron escenario predilecto de sus acciones de saqueo.
Conocían al detalle la Raya. Muchos se habían dedicado a comerciar y, desdeluego, el contrabando siempre estuvo presente desde tiempos antiquísimos. Fue una buena escuela.
Poblaciones antes amigas, y ahora rivales.
Zibreira, Alfaiates, Penha García, Monsanto..., incluso hasta tierras arriba, en la comarca del Ribacoa portugués, defendida por la fortificada plaza de Almeida, se atrevieron a llegar los célebres Montados de La Zarza.
Hubó épocas en las que <<...no fe dió quartel a hombre de guerra...>>.
Bien comprobó el valor de estos jinetes don Sancho Manoel de Vilhena, gobernador militar del distrito lusitano de Castelo Branco-Penamacor. Muchas veces se enfrentó a ellos, y en otras tantas salió derrotado.
Decía un cronista, elogiando a sus paisanos:
<<...Los de la Zarza, en Extremadura, junto a Alcántara, no cogen portugués que no hagan piezas de él...>>
Por sus logros militares, uno de aquellos esforzados jinetes, Juan Montero, merecio el grado de capitán, concedido por el mismísimo monarca Felipe IV.
Y como Capitán Polán, gano la eterna fama.
No fue el único. Junto a él tuvieron reconocimiento general otros compañeros de combate.
Traigamos a la memoria una de sus aventuras épicas, que sucedió allá, en 1647, por el mes de marzo.
En semejantes días gobernaba la compañía don Diego de Martos, quien reunió a 63 jinetes. A ellos se sumaron otros, que no quisieron perderse lo que ya se suponía iba a ser un gran botín de guerra. El eco de triunfos precedentes era de sobra conocido.
Siguiendo trechas y veredas casí ocultas en el monte, al amparo de las sombras de la noche, cruzaron la frontera, y sin dar descanso a las caballerías, en pocas horas de marcha se presentaron ante el pueblo de Lousa, situado 10 leguas tierra adentro del enemigo.
400 vacas, 3.000 ovejas y carneros, 100 yeguas y algunos mulos, fue la presa obtenida.
De regreso les esperaban, en una planificada emboscada, numerosa tropa de soldados de a pie, reforzados por caballería portuguesa.
La escaramuza que siguió fue brava. Se perdieron varias monturas, pero al final, con coraje, lograron, los aguerridos Montados, escapar de la celada y salvar gran parte del botín.
En su pueblo, Zarza, fueron recibidos y aclamados como auténticos héroes.
Y el napolitano Mazzacan, que lideraba la guarnición local, dio buena fe a las autoridades superiores de aquel gran éxito.
Sin embargo, no siempre la victoria acompañó a aquellos Montados.
En Portugal, a su imitación, se levantaron compañías por vecinos de los pueblos fronterizos, que veían en este modelo la única forma de defenderse de los contínuos ataques que realizaban los Montados de Zarza. Se las llamó Companhias de Moradores e Pilhantes, las cuáles, en más de una ocasión, recorrieron los campos zarceños, infligiendo duros revéses a los paisanos y jinetes locales.
Pero la tradicción popular deja a un lado ese recuerdo negativo. Se prefiere la imagen triunfal y mítica, como firme prueba de los años dorados de la villa de Zarza.
No en vano, en tiempos de sus hazañas, se escribió un extenso manuscrito << Empressas militares que los valerosos zarçeños gloriossamente han adquirido de los portugveses confinantes, opvestos a Castilla, desde el año de 1640 >>.

Realidad y leyenda.
 
 
IMAGEN: un oficial de caballería de mediado el XVII. Documentos que narran las peripecias militares de La Compañía de Montados de La Zarza.